miércoles, 6 de junio de 2018

MI ABUELA NO TENÍA ÁLBUM DE FOTOS




No, mi abuela no tenía álbum de fotos, y probablemente tampoco tuvo fotos para tener que guardar, pero imagino, ya que la conocí poco, que en el lugar donde se guardan los recuerdos, cuando los agitara para poder contar, lo haría con la mayor precisión que su oratoria le permitiera, y tal vez algo de ellos me contara. Probablemente, estarían bien presente sus días más felices, como debieron ser el nacimiento de sus seis hijos, el día de su boda y también los días tristes, cuando aquellos que nos precedieron volaron a mejor vida, dejando en nosotros el dolor de su partida.
Pero yo no necesito tener un álbum de fotos antiguas para recordar a mi abuela que conocí tan poco, pues también tengo un pequeño rincón donde un día, siendo muy niña, puse una estantería para colocar la chispeante llama del fuego encendido de la chimenea, donde me tostaba las bellotas y castañas en invierno; el umbral de granito de su casa frente a la iglesia donde las niñas nos sentábamos en las noches de verano a contarnos pequeños descubrimientos y la higuera que daba sombra al patio donde se sentaba a zurcir la ropa usada.


Lo que yo no tengo en la estantería de recuerdos de mi abuela, son los besos y caricias que tal vez me hiciera, o es que el hipocampo de mi cerebro haya sufrido ya algún daño que me impida recordarlo. Así que para que eso no le ocurra a mis nietos, no dejo escapar ninguna de las posibilidades que las nuevas tecnologías y redes sociales me dan para que me recuerden tantas veces como quieran en imágenes, escritos o grabaciones. Los besos y caricias, espero los guarden en el corazón, pues ahí no creo que se les olvide.

Publicado por el periódico HOY el 30-05-18

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