-Vamos levanta. Ya está la Mariquilla acarreando agua de la fuente.
Era el despertador todas
las mañanas. Sin reloj. Sin hora. El sol marcaba el tiempo. Solo el
timbre de la voz de mi madre desde la cocina que nos instaba para
empezar las tareas domésticas. Ya se oían por la calle, las ruedas
de los carros al compás de los pasos de las caballerías y la voz
singular del arriero cantado sobre la mula. Una bella estampa matinal
de un pueblo que empezaba su jornada diaria.
Romería lunes de Resurrección
Las primeras tareas de las
mujeres, antes de que el sol “apretara”, sería barrer las
puertas, rellenar las tinajas de agua, regar las aspidistras (allí
llamadas pilistras) y aureolas que adornaban las frescas naves de las
casas y que hacían de distribuidor a los dormitorios, franqueadas
por las hamacas que durante las calurosas noches de verano servían
para tomar el fresco en las aceras de la calle y contemplar los
puntos luminosos del firmamento. Allá arriba en la bóveda celeste,
los astros parecían estar al alcance de la mano, mientras que
fugaces estrellas se escapaban cayendo por detrás de la torre de la
iglesia, donde debían esconderse, para reaparecer al día siguiente
por los árboles que rodeaban el pueblo, más brillantes y luminosas
que el día anterior.
De vez en cuando, algún
paisano que cruzaba la calle saludaba con el acostumbrado ¡hey!
Supongo que se trataba de una abreviatura de ¿qué hay? siguiendo
sus pasos calle arriba, sin esperar otra contestación que no fuera
¡adiós!
Mis padres y mis sobrinos Juan Cecilio y Jerónimo
Eran los años sesenta,
cuando ninguna información exterior alteraba la vida tranquila y
humilde de unos pueblos de Extremadura, que empezaba a despertar de
su letargo y a desprenderse de la corteza que los aprisionaba,
emprender el vuelo hacia otras latitudes donde la industria avanzaba
y necesitaba mano de obra nueva. En la maleta llevaban, juventud,
ganas de trabajar e ilusión por una vida mejor. Los llamaban
emigrantes. Hoy esa misma gente que los acogió, los descalifica y
aparta de forma despectiva llamándolos españolitos.
Publicado en el periódico HOY día 13-06-18 día de San Antonio
Mi mejor regalo
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