domingo, 28 de febrero de 2021

EL SEÑOR DE LOS TEMBLORES -Unión de dos culturas

                                                                     Cristo de los Temblores

Pronunciar su nombre ya impresiona  ¡El Señor de los Temblores! pero no es el único por el que se le conoce, también es: Jesús de Nazaret, Patrón Jurado del Cusco, Cristo de la Buena Muerte, Cristo Negro, Taytacha de los Temblores, Taytacha Timplures y  Señor de las Tormentas, casi todos ellos bastante tenebrosos.

La imagen que representa a Jesús Crucificado,  es venerada por todas las clases sociales en su retablo de la Catedral Basílica de Cuzco, lugar donde llama la atención el movimiento de fieles vestidos de fiesta, que acuden para entregar y depositar en el altar sus exvotos. Lo hacen especialmente durante el mes de octubre, fecha en la que yo me encontraba allí y de la que fui testigo.


                                        Catedral Basílica Virgen de la Asunción

Este precioso templo barroco mestizo, Patrimonio Cultural de la Humanidad, guarda valiosos tesoros del arte indígena y colonial. Nada más entrar, lo que me impresionó fue aquel colorido espacio que llenaba de cánticos y alegría un rincón de una de las catedrales más hermosas del mundo andino. Me dirigí a una mujer que con un gran ramo de gladiolos rojos en sus brazos y los ojos clavados en el cristo, se encontraba sentada en un banco. Le pregunté a qué se debía tal alboroto y ella fue la que entusiasmada, entre susurros, me detalló la historia del Señor de los Temblores.

Cuentan que fue El Rey Felipe II el que envió una preciosa imagen a Perú para que fuera entregada en la Catedral de Cuzco, que se encontraba en construcción (1560-1664). La imagen fue tallada en Sevilla y había sido encargada de forma que fuera lo más parecida posible a las facciones y características de los indígenas del Perú, para que aquellas gentes se vieran reflejadas en él.

Una gran tormenta se presentó durante la travesía, de forma que los marineros que la transportaban ataron la imagen al mástil del barco para rogar que amainara el tiempo, ocurriendo milagrosamente que volviera pronto el mar a calmarse.

Llegó la preciosa imagen sevillana al puerto del Callao. Un arriero español fue el encargado de su transporte a Cuzco, más de 500 kilómetros en línea recta teniendo que atravesar la Cordillera Andina.

                         Tres templos forman la Catedral de Cuzco


                                                                                   Templo de la Sagrada

 Y Templo del Triunfo

Debió estar cansado el arriero de tan largo camino que, con engaños, hizo el cambio de la imagen por otra más ligera modelada por los indígenas, dejando la española en el pueblo de Mollepata, donde es venerada como “Señor Manuel”. De esta manera, la que llevó el arriero a la Catedral de Cuzco fue la fabricada por los indios. Una imagen hueca, de poco valor, hecha de madera de balso, fibra vegetal y pita, plantas carnosas que crecen en sitios áridos.

Su poco valor estético no ha sido óbice para que sea querida y admirada, atribuyéndosele fabulosos milagros. Sacada en procesión para detener numerosos terremotos, como el de 1650 que había acabado con más de 5.000 personas; la peste que asoló la ciudad en 1720, numerosos sismos y otro gran terremoto en 1985.

Su festividad se celebra la última semana de octubre. La imagen es trasladada con anterioridad desde su Retablo al Altar Mayor para las celebraciones, día en el que me encontraba visitando la preciosa Catedral.

                                                                 Plaza de Armas con monumento al Inca, Victoria y yo
                            

En Cuzco es muy  celebrado el Lunes Santo con el Cristo de los Temblores, que ataviado de flores procesionan por la inmensa Plaza de Armas, recorre calles y visita las iglesias que fundaron la Compañía de Jesús,  para dar inicio a la Semana Santa.

Si tanto me impresiona pronunciar su nombre, más aun me emociona que fueron gente sencilla las que llevaron a aquellas tierras lejas nuestras imágenes y Semana Santa y que, además, sirvieron de regocijo en los momentos más difíciles de su existencia.

Antonia Marcelo 28/02/2021

martes, 23 de febrero de 2021

VILLAVIEJAS DEL TAMUJA

 

                                              Yacimiento arqueológico de Villasviejas del Tamuja

Nuestros antepasados llevaron las costumbres, gastronomía y religión por todo el mundo, e incluso hubo una época de nuestra historia en la que se decía que en España no se ponía el sol.

He tenido la ocasión de comprobar como la huella de España está presente por todo el mundo, conocida y respetada por la gran historia que nos precede.

Para ello los protagonistas de tan impresionante hazaña fueron muchos extremeños que abandonaron sus propiedades y familia, trayendo a España numerosos tesoros, tan importantes como los que dejaron allí.

Resulta insólito que Extremadura, sus costumbres y su historia sean desconocidas por los mismos extremeños. Numerosos intereses políticos y comerciales se han encargado de construir una leyenda negra en torno a lo que aquellos grandes hombres hicieron.



Los alumnos recorren el yacimiento

Pero con el paso del tiempo todo cambia, ahora a muchos extremeños nos ha llegado la ilusión de conocer cómo éramos y cómo vivíamos en otros tiempos, tan lejanos, que es necesario para ello rascar la tierra, escalar sus piedras y escuchar los sonidos que transmite el viento a través de los huecos de sus antiguas cuevas.

De ello se está encargando la Asociación Cultural Amigos del Parque Arqueológico y Natural El Rebellao y muy especialmente el profesor de arqueología D. Víctor Gibello, que con gran ilusión acompaña a sus alumnos y socios a los numerosos yacimientos que tenemos en Extremadura.

                                            Visita de los alumnos y socios al yacimiento

El importante yacimiento de Villasviejas del Tamuja o Tamusia, próximo al pequeño poblado de Botija, provincia de Cáceres, es un castro celta de la II Edad del Hierro. Abarca desde el 400 a.C. hasta el I a.C. donde se puede estudiar las costumbres y forma de vida de aquellos antepasados nuestros. Asentado sobre la loma de una montaña, el castro se encuentra rodeado de murallas y donde la hondonada del río Tamuja a su espalda hacía las veces de foso, protegían a la población y sus ganados, tanto de animales salvajes como de posibles enemigos.



 Río Tamuja 

Imprescindibles en aquella época fue la riqueza minera de esta zona, que propició la explotación de los yacimientos de plomo argentíferos en la comarca, llegando hasta la época romana por su proximidad a la cercana Norba Caesarina –actual Cáceres- fundada en el último tercio del siglo I a.C. Tan preciado metal servía para cubrir la madera de las flechas e incluso es posible que existiera una ceca para la acuñación de monedas para el Imperio.



                                                    Dehesa extremeña y sus verdes prados

Aquel paisaje idílico, poblado de hermosas encinas y verdes pastos, sigue causando admiración al que lo visita. Todo ello de fácil acceso, resulta recomendable y, eso sí, conservar y propagar nuestro hermoso patrimonio cultural, tal y como lo hicieron aquellos antepasados por todo el mundo.