miércoles, 10 de junio de 2020

GRACIAS




Se suaviza el confinamiento  durante el cual he aprendido sobre todo a valorar el tiempo vivido, repasarlo al caer la noche, con lentitud, para ponerle puntos y guardar en el cajón de la vida aquellos momentos que más plácidos me han sido. Sacar el agua del cántaro, mirar el brillo interior y el olor mezcla de agua y barro, con ello comprobar al fin que la carga se ha vuelto ligera.
En este trayecto hacia un futuro incierto, como es el día a día, he prescindido de todo aquello que no me proporcione el tiempo ni la calidez de lo que me rodea. Con él puedo paladear todos los sabores, incluso los recuerdos, pues para ello sólo necesito cerrar los ojos y pensar cómo olía la calle recorrida, la comida en el paladar y el tacto de la ropa al abrazar un ser querido.
Sin embargo, debo aprender urgentemente a cerrar mis oídos a todo aquello que horada los sentimientos, nubla el conocimiento y vacía de actitud grata el regalo que es cuanto bueno me acontece. Ver que todos los puntos confluyen en un nuevo amanecer.

Antonia Marcelo 10-06-2020

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