lunes, 29 de agosto de 2016

ODA AL SOL

Soy tu enamorada de todos los días. Tu te levantas antes que yo y entras por mi ventana suavemente a saludarme. Buenos días. Yo me desperezo. Dejo que tu calor se deslice por mi piel delicadamente. Te odio por un instante. Quiero apartarte de mí para no verte. Después me acaricias, me desvelas, me iluminas, me das fuerza y paso las horas maldiciendo tu pesadez, tu ardor incombustible con esa quemazón que me hiere. Sin embargo, llega la tarde y te persigo hasta perderte con el corazón herido en la distancia, como el enamorado en la triste despedida te digo adiós con un suspiro, admirando el rojo de tu pasión en la irremediable huida que nos separa cada día, cada noche, que en el horizonte te pierdes irremediablemente, como cada día.

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