Creíamos que
había llegado para quedarse, que incluso cambiaría nuestra forma de vida, que
transformaría nuestra frontera con Portugal, que Alqueva desaparecería y que,
incluso, podría adaptarse a las aguas saladas del mar de Ayamonte. Tal ha sido
la capacidad de adaptación del camalote o jacinto de agua a nuestro hermoso río
Guadiana, que desde hace unos diez años, los que habitualmente paseamos sus
orillas, nos eclipsábamos con su puesta de sol y bebíamos de la poesía que le
han cantado nuestros poetas, que hemos reclamado hasta la saciedad, de cuantas
maneras estaban a nuestro alcance, para que se buscara una solución rápida y
definitiva y que desapareciera esta plaga de nuestro río.
No podía
creerlo cuando el domingo 23 de septiembre por la A 5 adelantamos una destacada
caravana de la UME en dirección a Badajoz, y no puedo negar que mi primer
pensamiento fue que esa actuación sería algo pasajero y pronto volverían a
darse la vuelta, terminando como las actuaciones que se habían hecho en el río con
anterioridad. Pero no, ahí siguen, máquinas, lanchas, camiones, furgones y más
de cien militares de las Fuerzas Armadas interviniendo, sí, pero no con armas,
sino con espíritu de ayuda y colaboración contra una catástrofe de la
naturaleza que mantenía a toda la buena gente de las Vegas del Guadiana, sumidas
en la máxima preocupación.
Por todo lo
dicho con anterioridad, por la gran labor que están desempeñando, por el
espíritu que poseen y que he podido presenciar y comprobar hoy hablando con
ellos, viendo que las aguas del Guadiana vuelve a cantar, libre de tan pesada
carga hacia su destino, quiero en nombre de todos los extremeños y senderistas
que las disfrutamos, pedir a las autoridades pertinentes, porque es de
justicia, le sea concedido a la UME la Medalla de Extremadura. No creo que se
necesiten más argumentos para merecer tan noble medalla.
Publicada en el periódico HOY 14-12-18
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