viernes, 4 de agosto de 2017

DESAYUNOS CON...




Un día más me siento a desayunar en la terraza más cercana al mar. Rosario es una guapa sevillana que se aproxima a los setenta, buena persona y madre de cuatro varones de ojos claros y piel tan morena como un sajarahui. Está entretenida con su móvil mientras toma su tostada, por lo que paso de soslayo dando tímidamente los buenos días. Me dirijo a mi mesa habitual lejana al grupo de escandalosos británicos con sus risas y voces. Hace días que no aparece el señor Fumalotodo que se sienta a mi espalda. Pido mi café como mandan los cánones: caliente como el infierno, negro como el carbón y dulce como el amor. Los gorriones se pasean por mi mesa esperando caiga su ración de migas de tostada. Una suave música ameniza el ambiente. Son las diez de la mañana de un primero de agosto. Al café para endulzarle como el amor le pongo sacarina, lo aclaro con leche desnatada y espero que se enfríe con el tiempo mientras ojeo el periódico Hoy como todos los días. Nada es como tiene que ser. Los pájaros se llevan mi tostada. Lo británicos hacen alarde de superioridad alzando la voz y un perro de tres patas ladra a un niño que arrastra la sombrilla de la playa.
Rosario se levanta y para despedirse me comenta si quiero, como acaba de hacer a sus amigas, que me envíe por WhatsApp diariamente los evangelios.
Antonia Marcelo
Publicado en el Hoy del-04-08-17




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