Con el fin de conocer
mejor nuestra ciudad, Badajoz, el pasado curso 2015-2016 el Programa de
Mayores desarrolló un monográfico titulado BADAJOZ A FONDO, que
tiene continuidad con el actual de LAS FRONTERAS Y LOS HOMBRES. Está
impartido en el primer cuatrimestre por los profesores Miguel Ángel
Melón y Moisés Cayetano Rosado, dos conocidos expertos en la
materia que están ilusionando con el tema a los más de doscientos
alumnos que siguen sus clases en el salón de actos de la Facultad de
Educación.
Para refuerzo de lo
estudiado, el 10-11-16, tres autobuses condujeron a 166
alumnos a visitar parte de la red de fortificaciones Luso-Española
más cercana a nuestra ciudad y que se encuentran en un paraje de
extraordinaria belleza del Alentejo portugués. Estas fueron: Las
notables villas de Castelo de Vide y Marvao.
Enorme sorpresa produce la
visita primera a Castelo de Vide cuando te adentras en su patrimonio
histórico, arquitectónico y cultural que, con sus recursos humanos,
hacen de ella un gran centro turístico. Desde el castillo que
construyó Alfonso Sanches en el siglo XIII, se percibe un basto
territorio plagado de ermitas, capillas y blancas casas de un tipismo
inconfundible, de teja árabe a semejanza de las de nuestros pueblos
de Extremadura, entre las que emergen orgullosas las dos torres con
campanario del mayor templo del Alentejo, la Iglesia Matriz de Santa
María da Devesa.
Sus calles empinadas, bien
provistas de floridos rosales que recorrimos para alcanzar el punto
más alto,está separada visiblemente del castillo de la villa que
floreció en el siglo XV. Sorprende continuamente su pasado de
comunidad Judía, la sinagoga, los arcos de granito de las puertas
donde toman el sol sus más longevos habitantes y el silencio que se
respira, a menudo, sobrecogedor cuando te alejas en cualquier esquina
del bullicio que precede al grupo de alumnos y turistas que
transitamos la villa, entusiasmados con la carga histórica que
percibimos, ante el testimonio de una etapa, donde se confunden la
herencia cristiana y judaica.
El granito, como no podía
ser otro el material utilizado en la construcción de sus monumentos
y empedrado de las calles, es de singular belleza, resaltada por el
magnifico sol que nos acompañó dando un característico cromatismo
a la piedra.
A la entrada del castillo,
una gran losa recuerda a uno de sus más ilustres hijos: Fernando
José Salgueiro Maia (1944-1992), capitán del ejercito portugués
que lideró las fuerzas militares en la Revolución de los Claveles.
Salgueiro era hijo de ferroviario, sintiéndose la villa y Portugal
muy orgullosa de tan ilustre militar.
La zona amurallada del
castillo medieval,es una de las piezas claves del conjunto de los
1.300 kilómetros de frontera que denominamos La Raya, está muy
bien conservada, consistente y de enorme resistencia, destaca el
patio de armas donde se conserva un centro de interpretación y un
museo de reproducciones de los instrumentos utilizados por la Santa
Hermandad. Lo más destacado desde sus dos espectaculares torres,
auténtico testigo de la historia, es el paisaje que se divisa: el
verde de la vegetación se mezcla en el horizonte lejano con el azul
del cielo, infinito en la lejanía, dominando la pacifica convivencia
de los dos lados de la frontera.