lunes, 30 de marzo de 2015

Cuba, el país del ron anclado en los "cincuenta"


CUBA, EL PAÍS DEL RON ANCLADO EN LOS “CINCUENTA”
 
Por Antonia Marcelo*

 


La Habana
Llego a las isla con el obsesivo deseo de llenarme de historia, recorrer su malecón e imaginar desde allí, cómo el acorazado Maine se mecía en sus cálidas aguas la noche del 15 de febrero de 1898, antes de que una misteriosa explosión lo destruyera, arrastrando al fondo de su bahía a sus 286 tripulantes.
 
 
 
              El Malecón, al fondo Fuerte de los Tres Reyes del Morro
 
Ocho kilómetros de Malecón, con sus típicos personajes; bohemios, enamorados, paseantes, turistas, vendedores, familias, niños y mayores donde se distingue una maravillosa mezcla de razas; el contraste de lo nuevo con lo viejo, sus edificios derruidos y sus curiosos vehículos de los años cincuentas que lucen como verdaderas obras de museos.
 
 


 
            Vehículos de los años cincuenta pasean por el centro de La Habana
 
La Habana Vieja con su arte colonial y sus fortificaciones son Patrimonio de la
Humanidad desde 1982, “los fuertes de los tiempos de España” (1512-1898) más 120 distribuidos por toda la isla, por tanto, el conjunto monumental más rico de Latinoamerica, pero la prohibición de reconstruir por iniciativa privada edificios y mansiones del S. XVII, que se encuentran en verdadera ruina, hace que el conjunto se venga abajo y termine por desaparecer.
 
 
 
Palacio en ruinas del centro de La Habana

 

La Giraldilla
Llama la atención una pequeña obra escultórica, La Giraldilla, inspirada en la historia de amor protagonizada por Isabel de Bobadilla, que espera inútilmente subida a lo más alto del Castillo de la Real Fuerza, el regreso de su esposo, el extremño muerto en el Mississippi, Hernándo de Soto y que se ha convertido en el símbolo de la ciudad.
La Giraldilla monumento símbolo de la ciudad
 
La Bahía
 
 
 
 
                                         Lugar dónde se hundió el Maine
 
En estos días que el mundo se debate ante la incertidumbre que los diferentes grupos terroristas destruyen monumentos históricos o un suicida se estrella en los Alpes, arrastrando con su locura a centenares de personas, nadie en aquellos momentos del hundimiento del Maine (1898) pudo imaginar que una persona sola pudiera ser causante de semejante desastre y dedicaron todas sus fuerzas a enfrentar a la opinión pública y los habitantes de la isla como únicos causantes de la tragedia, motivando con el incidente la perdida por parte de España de las dos colonia que les quedaban en ultramar, Cuba y Filipinas.
 
 
                                 Monumento a los desaparecidos por el hundimiento del Maine
 
Han transcurrido más de cien años sin que la potencia americana, instigadora del enfrentamiento, haya podido demostrar la autoría del hundimiento, pero sí que ha demostrado su alto interés en meter las narices en el bonito país de Cuba, cosa que, probablemente esté más cerca de lo deseado.
 
Los Cubanos
 
 
                                      Cubanos bailando rumba cubana
 
No es necesario ahondar en el carácter cubanos, para ver claramente que a pesar de carecer de lo más imprescindible, es un pueblo orgulloso, que no renuncia a su origen español, que ama a su país, sus costumbres y que es portador de una estirpe que sembró en la isla de García, Garrido, Macías, Hernández y mal que le pese a algunos, de los que también presumen de doble apellido vasco, aunque su piel tenga el color de las aceitunas negras.
 


                                                 Calles junto al puerto
 
Me alegra encontrarme entre el millón de turistas que ha visitado Cuba en el primer trimestre de este 2015, comprobar que el cubano es un ser tremendamente ingenioso, es capaz de transformarse de médico en taxista, de militar en guía turístico y de cocinero en conductor de autobús, todo, como cualquier padre, para mantener a su numerosa familia, porque otra de las cosas de las que presume el cubano es de pertenecer a familias muy numerosas, donde la mujer comienza a ser madre rozando los quince años, por lo que fácilmente puede alcanzar la veintena de hijos.
 
                                          Vendedoras ambulantes en Matanzas
 
Pero para sentirse orgullosos y ver cómo disfrutan de su felicidad es con el baile. La rumba cubana y el ron es el binomio necesario para inundar en un instante la estancia donde se encuentren. Tal vez sea que la música amanse la fiera, que aquello del bienestar de lo que los occidentales disfrutamos y por lo que cada día luchamos no sea necesario para ser feliz.
 


                                                 Mujer cubana  en Plaza de la Catedral
 Cuba necesita normalizar sus relaciones con el resto del mundo, pero el mundo no debe normalizar al cubano. Tener ochenta años en la Plaza de la Catedral con un ramo de flores en el pelo y “fumarse un puro” literalmente hablando, debe ser el emblema que le falte a la bandera cubana.
 
*Antonia Marcelo
 







     





      





 
 
 




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