La Torre del Catalán desde la carretera al Terrón
En el incomparable marco
Histórico Artístico del conjunto que conforma España, desde todos
sus puntos cardinales, sería incansable la enumeración de los
monumentos considerados de interés para el ciudadano medio, pero
he
ahí que en la maravillosa costa de Huelva donde no se encuentran
grandes restos romanos o mezquitas árabes como en el resto de
Andalucía, está la Torre del Catalán, inscrita como Monumento
Bien de Interés Cultural, jurídicamente desde el 29 de junio de
1985.
Vista de La Antilla desde la Torre del Catalán
La Torre del Catalán, fue construida a finales del
siglo XVI o principio del XVII por orden de Felipe II con el fin de
atajar desde este flanco las invasiones de los piratas berberiscos.
Es una torre almenara de 9.8 metros de altura, el grosor de sus muros
de dos metros y según consta en la entrada al recinto contiene un
centro de interpretación. En perfecto estado y desde su altitud es
visible una extensa llanura, delimitada por el mar, desde en las
noches sin lunas, las estrellas deben conformaran un magnifico
escenario.
Marismas del río Piedra
Este monumento se encuentra hoy enclavado en el litoral
onubense entre La Antilla y el el Puerto del Torrón, en el termino
municipal de Lepe. Y digo hoy, porque curiosamente el monumento
sufrió un traumático “traslado” natural con motivo del
terremoto de Lisboa de 1755, que destruyo casi la totalidad de las
casas de Lepe. Al parecer, la torre se encontraba en la orilla del
mar sobre un acantilado, por lo que hoy se encuentra a 1300 metros de
su emplazamiento primario, dominando el Paraje Natural Marismas del
Río Piedra y Flecha del Rompido.
Puerto del Terrón
Puerto del Terrón
Esto le da un doble interés monumental, al encontrarse
en un terreno de gran riqueza natural y paisajista, por el predominio
de colores, la productividad de las aguas que lo rodean, las
numerosas aves migratorias, crustáceos y reptiles como el camaleón
en proceso de desaparición . Todo ello ha causado, para su
conservación y mantenimiento, numerosas inversiones públicas de
publicidad, obras , puertos, entre ellas, el panel anunciador del
lugar donde se puede visitar la citada Torre del Catalán y su centro
de interpretación.
El vandalismo nos recibe con el panel garabateado
Las torres de iluminación se encuentran destruidas y sin luces
La desidia se hace presente en todo el recorrido
El grupo de niños pasa entre risas, juegos e imaginarios personajes legendarios que esperan encontrar en la fantástica torre. Son niños de toda los puntos de España que pasan en la costa sus vacaciones. Van provisto de mochilas, gorras y bocadillos para la merienda que van a disfrutar en el Monumento Bien de Interés Cultural Torre del Catalán – les habrán dicho los monitores a los padres-.
Resulta imposible obtener una imagen más cercana
-Señorita, creo que he visto un fantasma.
El vandalismo nos recibe con el panel garabateado
Una vez dilucidado cual es la entrada -el panel
indicativo se encuentra en una intersección con dos entradas muy
diferenciadas-. Un camino abierto a todo el interesado visitante,
turista, estudioso de la naturaleza, o artista que quiera plasmar el
maravilloso paisaje que se barrunta, con cámara, lienzo y pince,
decididamente se aventura a recorrer los trescientos metros
anunciados en su inicio, con los ojos bien abierto sin perder las
mirada del suelo, ya que puede al primer paso, en cualquier momento
tropezar con las torres de iluminación del camino -se deduce-, ya
que se encuentran tumbadas al paso del visitante, quizá, en señal
de reverencia y agradecimiento.
Una vez que giras la primera curva, ¡oh sorpresa!. El
comité de recepción está compuesto por dos viejos colchones, en
parte quemados, que tirados en el camino impiden el avance del
numeroso grupo visitante - niños del camping colindante-, que se ha
interesado por conocer el monumento de cerca. Tras un higiénico
empujón – con los pies- para poder apartar el estorbo del camino
de acceso al monumento del siglo XVI-XVII, prosigue el ascenso
disfrutando en el lateral izquierdo del paisaje que se va abriendo,
donde se empieza a divisar las edificaciones altas de La Antilla y
los barcos de recreo que a estas horas regresan al Puerto del Terrón.
Pero no bien pasada los primeros metros del milenario cabezo, un
nuevo acto de gamberrismo llama la atención, los restos de varias
fogatas para las que se han utilizado los palos de la valla de
protección de acceso a la torre.
La desidia se hace presente en todo el recorrido
El grupo de niños pasa entre risas, juegos e imaginarios personajes legendarios que esperan encontrar en la fantástica torre. Son niños de toda los puntos de España que pasan en la costa sus vacaciones. Van provisto de mochilas, gorras y bocadillos para la merienda que van a disfrutar en el Monumento Bien de Interés Cultural Torre del Catalán – les habrán dicho los monitores a los padres-.
Resulta imposible obtener una imagen más cercana
El recinto vallado de la torre – apenas dos metros de
distancia lo separa del monumento-, contiene un panel que describe
con pelos y señales el histórico monumento -se supone-, ya que el
vandalismo de nuevo, ha hecho del cartel que lo describe, un tablón
de escombros. Fotografiar de cerca la torre se convierte en un hecho
imposible por el corto espacio existente entre la torre y la valla
metálica que lo rodea por lo que solo es posible fotografiar las
piedras que están al alcance de la mano.
La Torre del Catalán y la valla que lo bordea
El recinto vallado de la torre – apenas dos metros de distancia lo separa del monumento-, contiene un panel que describe con pelos y señales el histórico monumento -se supone-, ya que el vandalismo de nuevo, ha hecho del cartel que lo describe, un tablón de escombros. Fotografiar de cerca la torre se convierte en un hecho imposible por el corto espacio existente entre la torre y la valla metálica que lo rodea por lo que solo es posible fotografiar las piedras que están al alcance de la mano.
Los niños giran varias veces alrededor de la torre, se
sientan en el suelo y empiezan a dar cuenta de sus bocadillos. Uno de
los niños le dice a la monitora
-Señorita, creo que he visto un fantasma.
Y yo también lo creo.
¿Por qué se llama Torre del Catalán?
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