lunes, 29 de septiembre de 2014

Badajoz romántico, un guiño a Carolina Coronado

 
 
¿No es cierto, Carolina,

que en el amor hay espinas como

en las rosas silvestres del Guadiana?



Que la ciudad de Badajoz es conocida por sus extremas temperaturas, es cierto, especialmente en verano. El calor es una de las características más importante de nuestra climatología, más a mí, me gustaría destacar aquí otra faceta del tiempo que causa mayor extrañeza entre los que la visitan, por desconocida: las nieblas, que durante gran parte del año, en especial al amanecer y oscurecer el día aparece en otoño en todas las márgenes del Guadiana y desaparece en verano.
 


Esta faceta del tiempo puede causar a los más imaginativos creadores ciertas escenas de terror, a mí se me antoja de lo más romántica. Es por ello que Badajoz y sus puentes, tan pintorescos cuando la niebla los envuelve, provocando espectaculares estampas, se vuelven románticos y melancólicos. El agua tranquila refleja sus arcos dando la sensación de estar ante un espejo. Las luces de la ciudad, rielan sobre el plateado cauce y sus aves navegan armoniosas, en ordenado grupo, produciendo una pequeña estela metálica sobre el agua.




Deambular por cualquiera de sus puentes cuando los envuelve la niebla, sentir esas pequeñas gotas de rocío sobre el rostro o caminar al amanecer por las orillas del Guadiana cuajadas de adelfas, rosales silvestres, lirios amarillos, perfumado por juncos y espadañas, tapizados de madreselva y zarzamora, es un verdadero placer.





Después, cuando se disuelve toda la niebla, un sol esplendido inunda todos los rincones de la ciudad y los puentes se vuelven alegres y bullangueros, hasta que una nueva puesta de sol, con sus tonalidades rojas, moradas y amarillas reaparece como fuego sobre el agua.
 
Naturalmente todos estos ingredientes, debieron impulsar las dotes de romanticismo que necesitó nuestra más ilustre poeta: Carolina Coronado (Almendralejo 12-12-1820 , Lisboa 15-01-1911), cuando paseara por aquél entonces único Puente de Palmas y que le debieron inspirar sus románticos poemas de amor.



El Puentes de Palmas, se construyó a finales del siglo XV, y es de estilo herreríano, y no como se tiene la creencia popular de que fuera romano.

Castigado por las numerosas riadas con las que nos sorprendía el variable Guadiana, hasta tanto su cauce fue regulado con la construcción de las presas de Cijara, Puerto Peña y la mayor de Europa, la Serena, que recogían las aguas de los ríos tributarios del Ana, como lo llamaban los romanos a su paso por Mérida, fueron necesarias varias reformas, por lo que su longitud y arcos han variado a través del tiempo. Fue llamado el Puente Bobo por no cobrar el impuesto correspondiente a la entrada a la ciudad que se hacía a través el y de Puerta de Palmas (siglo XVI). En el extremo contrario a Puerta de Palmas y como control de entrada se construyó en el siglo XVII el hornabeque, actualmente en fase de reconstrucción, que tenia como misión dar protección al puente. Es en este punto donde arranca la Avenida Carolina Coronado en honor a nuestra gran representante del Romanticismo español.


Nuestra querida Carolina, tiene un monumento bastante alejado de su fuente de inspiración en los jardines de Castelar, donde es “posadera” de todas las aves que lo pueblan. Fue una mujer adelantada en su tiempo y a la que nuestra ciudad y las mujeres extremeñas le debemos un reconocimiento y por supuesto el cambio de ubicación de su monumento a un lugar más representativo y digno .

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