¿No
es cierto, Carolina,
que en el amor
hay espinas como
en las rosas
silvestres del Guadiana?
Que la
ciudad de Badajoz es conocida por sus extremas temperaturas, es
cierto, especialmente en verano. El calor es una de las
características más importante de nuestra climatología, más a mí,
me gustaría destacar aquí otra faceta del tiempo que causa mayor
extrañeza entre los que la visitan, por desconocida: las nieblas,
que durante gran parte del año, en especial al amanecer y oscurecer
el día aparece en otoño en todas las márgenes del Guadiana y
desaparece en verano.
Esta faceta
del tiempo puede causar a los más imaginativos creadores ciertas
escenas de terror, a mí se me antoja de lo más romántica. Es por
ello que Badajoz y sus puentes, tan pintorescos cuando la niebla los
envuelve, provocando espectaculares estampas, se vuelven románticos
y melancólicos. El agua tranquila refleja sus arcos dando la
sensación de estar ante un espejo. Las luces de la ciudad, rielan
sobre el plateado cauce y sus aves navegan armoniosas, en ordenado
grupo, produciendo una pequeña estela metálica sobre el agua.
Deambular
por cualquiera de sus puentes cuando los envuelve la niebla, sentir
esas pequeñas gotas de rocío sobre el rostro o caminar al amanecer
por las orillas del Guadiana cuajadas de adelfas, rosales silvestres,
lirios amarillos, perfumado por juncos y espadañas, tapizados de
madreselva y zarzamora, es un verdadero placer.
Después,
cuando se disuelve toda la niebla, un sol esplendido inunda todos los
rincones de la ciudad y los puentes se vuelven alegres y
bullangueros, hasta que una nueva puesta de sol, con sus tonalidades
rojas, moradas y amarillas reaparece como fuego sobre el agua.
El Puentes
de Palmas, se construyó a finales del siglo XV, y es de estilo
herreríano, y no como se tiene la creencia popular de que fuera
romano.
Naturalmente
todos estos ingredientes, debieron impulsar las dotes de romanticismo
que necesitó nuestra más ilustre poeta: Carolina Coronado
(Almendralejo 12-12-1820 , Lisboa 15-01-1911), cuando paseara por
aquél entonces único Puente de Palmas y que le debieron inspirar
sus románticos poemas de amor.
Castigado
por las numerosas riadas con las que nos sorprendía el variable
Guadiana, hasta tanto su cauce fue regulado con la construcción de
las presas de Cijara, Puerto Peña y la mayor de Europa, la Serena,
que recogían las aguas de los ríos tributarios del Ana, como lo
llamaban los romanos a su paso por Mérida, fueron necesarias varias
reformas, por lo que su longitud y arcos han variado a través del
tiempo. Fue llamado el Puente Bobo por no cobrar el impuesto
correspondiente a la entrada a la ciudad que se hacía a través el y
de Puerta de Palmas (siglo XVI). En el extremo contrario a Puerta de
Palmas y como control de entrada se construyó en el siglo XVII el
hornabeque, actualmente en fase de reconstrucción, que tenia como
misión dar protección al puente. Es en este punto donde arranca la
Avenida Carolina Coronado en honor a nuestra gran representante del
Romanticismo español.
Nuestra
querida Carolina, tiene un monumento bastante alejado de su fuente de
inspiración en los jardines de Castelar, donde es “posadera” de
todas las aves que lo pueblan. Fue una mujer adelantada en su tiempo
y a la que nuestra ciudad y las mujeres extremeñas le debemos un
reconocimiento y por supuesto el cambio de ubicación de su monumento
a un lugar más representativo y digno .
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