martes, 24 de junio de 2014

Graffiti, expresión política en Berlín (II)


La blanca mosca se posó sobre la tarta de chocolate








Con la caída del muro el 9 de Noviembre de 1989, no podía pasar al olvido los años en que una ciudad que desde 1961 se encontraba aislada del mundo. Es por esto que los berlineses, han mantenido en diferentes puntos de la ciudad parte de ellos, donde graffiteros famosos han expresado su arte en inamovibles muros, en la mayoría de los casos, con argumentos políticos.
 

Aún quedan restos de los 45 kilómetros del denominado "Muro de la vergüenza", que hoy han convertido los berlineses en el lienzo pintado más grande de la historia.
 
 


Las guerras han sido inspiradoras de numerosos movimientos artísticos. Los graffitis, tan antiguos como el hombre -no olvidemos las pinturas rupestres-, han desarrollado una gran variedad de estilos.

Dadaísmo, surrealismo, simbolismo, expresionismo, todo es posible es esta manifestación callejera que ha cubierto la ciudad de Berlín en una gran galería de arte a cielo abierto.

 
Desde luego no se han librado de plasmar en ella los hechos más criticados en la política, como el "Beso de la muerte" entre Leónidas Breznev y Erich Honeker, ilustrado de múltiples maneras, incluso con los famosos Trabis rusos que aún circulan por la ciudad con atractivos colores.

Tras décadas de opresión, estos símbolos de modernidad han invadido la ciudad, sin por ello dejar de guardar el mayor respeto a sus monumentos que lucen limpios y sin garabatos.


El Callejón Mitte en el centro histórico de Berlín, mantiene ese aire  cosmopolita que da calor al turista y lo integra en la vida cultural y bohemia de la ciudad.







Razones justificadas mantiene a los berlineses de cara a sus muros grafiados. La Posdamer Platz en el centro financiero acoge una representación del muro que recuerda que no hay que volver a tropezar en la misma piedra. Igualmente son iconos de restaurantes o suvenir. Perpetuar en la memoria un pasaje de su historia que no ha de volver a repetirse.
 







 

*Fotos y texto Antonia Marcelo




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