No estaba olvidado
el camino muchas veces
transitado
dejó la huella marcada en
la piel
y el tiempo abrió los
surcos
y empapó los días de
otoño
convirtiéndolos en
primavera
y los traidores vientos
que oscurecen el
firmamento
desprendieron fragmentos
luminosos de ocaso
más, la dulce fragancia
de la senda
abrió las fronteras
canceladas y
convirtió la zarza en
suave atajo
y el cálido aliento
convierte
los balcones olvidados en
jardines florecidos
y el océano en
vertiginoso río
y paladeando el eterno
instante
haciendo del crepúsculo
encarnado amanecer
para que
la metamorfosis se
complete.
La dulce fragancia de la seda
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