miércoles, 4 de diciembre de 2024

ROMA. SONRISAS Y LÁGRIMAS


No hay duda de que la vida es hermosa, pero hay que vivirla en conciencia y armonía, de lo contrario todo sería un viaje en vano. Cada uno es responsable de sus actos y todos somos un ser especial, incomparable, irrepetible, sin espejos donde mirarnos, provistos de luz para irradiar siempre con una sola sonrisa.




Coliseo

SONRISA

Abandono el trabajo de selección de las fotos hechas en Roma. Allí me ha llevado un impulso espontaneo, una decisión sin meditar, un camino de peregrinación por las más hermosas basílicas jamás soñadas (sonrisas), fruto de la mano de hombres que, durante más de dos mil años, han domado la piedra y el espíritu para crear obras colosales e increíbles. Mas después vinieron otros que destruían, y más que creaban todo lo que estos humildes mortales somos incapaz de descifrar por sí mismo, tal grandiosidad aparece ante mí como una realidad inteligible. Es el momento en que llegan las dudas si reír o llorar. Creo que este fue el momento de la emoción, ese que hace que afloren las lágrimas.




Puente

LÁGRIMAS

Pero yo empecé hablando de selección de fotos y me he metido en un jardín precioso del que quiero salir con la frente alta, pues voy a cambiar las fotos por alguna divertida situación vivida y que, para no olvidar, quiero plasmar por escrito; ya se sabe que las palabras se las lleva el viento.

Y como el tema va de peregrinación, de sonrisas y también de lágrimas, quiero revivir aquel momento  de la cena, a base de pasta y postre para gnomos, en que relaté a los comensales que me acompañaban, la escena vivida en una tienda preciosa de bisutería, donde entré a comprar algunos regalos, en lugar muy cercano al Vaticano.

Me atendía una guapa y elegante italiana, tengo como modelo de belleza femenina a Sofía Loren cuando era joven, y me fijé en sus detalles de ropa y maquillaje. Traje negro que ya sabemos transmite lujo y elegancia, unos bonitos ojos de espléndida mirada con largas pestañas bien cubiertas de máscara, digo yo que a prueba de agua por lo que ocurrió después -los jóvenes dirían waterproof-. Muy diligente me trae un expositor con el material que le había pedido y que pone con delicadeza encima del mostrador. Dos cabezas inclinadas sobre los preciados artículos, ella vigilante supongo sin apartar la vista, yo muy interesada en tamaños y colores fisgoneo sobre el fieltro rojo. En un momento levanto la vista para mirarla, ella seguía inclinada, y observo que sobre sus pestañas se desliza una gruesa y transparente lágrima que se desprende, digo bien, se desprende, no resbala, para caer sobre el expositor con un audible cloc. No sé cómo fue mi reacción en ese instante y por más que lo pienso no le encuentro explicación. No había sido una cosa natural, había caído desde las pestañas en lugar de brotar del lagrimal, era gruesa pero delicada como una gota de lluvia y además tan incolora como un cristal totalmente inmaculado. No fue la única, vinieron después algunas más de las que yo esperaba el descendimiento con miedo y con ternura, pensando que a la joven le podía ocurrir algún mal extraño para mí. Ella dándose cuenta un poco más tarde de su embarazosa situación, con ligereza y naturalidad recurrió en auxilio de  un eficiente clínex. 

Y aquí estoy yo aún después de un tiempo, preocupada, dilucidando si había sido yo, inocentemente, quien  provocó que aquella guapa italiana derramara tan virginales lágrimas.



San Pablo

Badajoz 29-11-2024

Antonia Marcelo