miércoles, 10 de mayo de 2017

CUANDO EL DIABLO NO TIENE NADA QUE HACER




Canal del Rivilla que corre paralelo a la Carretera de Sevilla, al fondo iglesia de la Concepción

Son las nueve horas del primer domingo de mayo. Un rato más en la cama para escuchar el canto de los pájaros que anidan los árboles cercanos. Inútilmente pongo atención por si me llegara el deseado aroma a café que acompañaría a los buenos deseos de un gran día. Nadie a mi alrededor. Me levanto y, como un domingo más, me visto ligeramente unas deportivas para aprovechar las primeras horas del día, antes de que empiece el calor, para hacer un poco de camino y desayunar, como de costumbre, en el bar Vaquerizo del cruce de la autovía con carretera de Sevilla. Cuando estoy saliendo a la calle mi marido ya regresa de su paseo matutino. Gustosamente se incorpora al mío para acompañarme en el mismo trayecto. Bajamos la cuesta de Cansaburros ligeros, con el viento fresco en el rostro que se agradece, el sol promete un buen día de primavera y el campo, regado por las recientes lluvias, embriaga con el perfume a pino, jara, espliego. Caminamos ligeros, él con los auriculares donde escucha las noticias; yo detrás escuchando el sonido del silencio.
Hay poca gente en el bar, faltan las habituales y bulliciosas familias, con churumbeles gritones y móviles a toda marcha, moteros y toda esa tribu humana que carga pilas los domingos en la parcela montado la barbacoa y asando panceta. Miguel y Antonio, atienden ligeros en el bar; las migas, el café y el zumo de naranja no tardan en estar en la mesa sin apenas haber dado tiempo de abrir el periódico del día. Prosiguen las noticias de la semana, a ver si por cansina alguien las soluciona; las vistas aéreas del Ave que nunca vuela, pero a pesar de ello, deja su huella de surcos a través de los diez años horadando la dehesa como si de un gigante se tratara, ocultándose en el momento que se acerca a una ciudad. Le debe dar miedo la cercanía de los humanos. Risa da, vergüenza también y pena de que no haya en esta tierra una sola voz que sea escuchada y dejar de ser los últimos de la cola en todos los sectores de una sociedad que evoluciona a pasos agigantados, mientras que Extremadura se hunde cada vez más en el atraso y la desidia.


Dique corredor que evita el desbordamiento del Rivilla

Regreso a casa. Esta vez por el corredor del Rivilla, agradable paseo hoy casi de fantasma, apenas un perro ladra en las cercanías. Deben haberse ido todos a Botoa. Un reguero de agua inunda una zona de la parte ajardinada, indago, la manguera está cortada por dos sitios, hago fotos para enviar a Abisa y que solucionen. Unos pasos más y bajo el puente que lleva a la carretera deSevilla, arrojado en el canal, un banco de los jardines. Nueva foto para el ayuntamiento, en este caso les hubiera recomendado que no lo volvieran a poner. Total, si no lo quieren, pues buena gana perder el tiempo y el dinero. Cien metros más un intento de incendio para quemar las cañas del río. Paso.
Comida familiar. Mesa larga. A más familia más distancia. Más risas. Más palabras.
Tres horas de sobremesa. Todos se quedan. Vuelvo como fui, sola. Abro el ordenador para comunicar al Ayuntamiento los deterioros encontrados en el recorrido. Imposible. Tres veces. La contraseña de ayer ya no es la de hoy. Lo intento y aburrida del tema lo dejo. Salta el Messenger, una vídeo conferencia de un tal Jorge Ríos. Paso. Vuelve. Diez. Doce veces. Lo abro. Un vídeo pornográfico. Intento eliminar pero sigue. Consigo bloquear y respiro. Cansada de pelearme con las redes sociales me dedico a plantar petunias en el jardín, es más gratificante, abro el surco, echo tierra nueva, planto, riego y miro. Un bonito entretenimiento.
Margaritas silvestres

Llega la hora de cenar y dormir, jolines, MasterChef ha empezado. Me recreo en estructuraciones, rellenos imposibles y palitos caramelizados. El expulsado llora. Hace lo que no le piden y llora. No se ha enterado que todas las semanas sale uno y el que no cumple ¡zasca!

Ya me voy a dormir, lo intento, cinco veces me levanto para hacer pis, vuelvo a intentarlo. Ahora voy a la cocina y me tomo una infusión. Son las cuatro. De nuevo voy a dormir. Lo intento. Son las seis, me levanto. Me tomo un café y me pongo a escribir. Son las siete. Cantan los pájaros. Ha sido un largo día de la madre.